Entre fallas y bandas anda el juego
Cuando al albur de las calles engalanadas de fallas y falleros, de falleras y catafalcos, con alguna fanfarria impertinente que socava el reinado de la traca, los petardos y la mascletà, incluidas batucadas de allá lejos, vemos pasar a la comisión con su falleras enhiestas y altivas, marcando andares de cercanía y dominio de la ciudad y de sus alegrías, tendemos a esperar el sonido de la banda de música. Y sí, muchas veces es noble y adecuada; y a veces es insuficiente y torpe.
Durante el franquismo la lucha fue en contra de las bandas de cornetas y tambores impuestas por la autoridad competente, por supuesto militar. Influencias de una guerra civil tan cercana y al tiempo tan lejana y que llenó de música militar los pasacalles falleros y los desfiles procesionales como si una banda de música no fuera capaz de tocar con holgura una marcha.
Ahora lo que más inoportuna en calles y cortejos son las batucadas con su emulación de tamborradas, en este caso infectando una tradición de música de banda que ha costado mucho tiempo recuperar. Aunque las batucadas son colaterales a las comisiones falleras, las bandas de música en fallas adolecen de defectos que cabría reconocer y corregir.
Las sociedades musicales de nuestro territorio son un elemento identificador de primer orden de nuestra cultura, de nuestra manera de ser y de nuestro modo de expresión más genuino. No hay duda de que si algo define a los valencianos es su música, por sus intérpretes, pero sobre todo, y principalmente, por sus agrupaciones. Muchas de ellas centenarias con decenas y decenas de componentes; incluso más, con bandas juveniles, de mujeres, orquestas sinfónicas. Pronto serán Bien de Interés Cultural y tal vez nos veamos en el futuro a la puerta universal de la Unesco. Quién sabe…
¿A qué viene pues presentarse para acompañar a una comisión fallera con apenas diez miembros, sin dirección alguna, como si de una charanga se tratara, denigrando a quien representa y a quien pretende acompañar?
Lo hemos seguido especialmente estas fallas de 2018. Hemos comprobado que en comisiones falleras de más de 200 componentes en la calle apenas había diez o doce músicos, a veces sin el decoro que corresponde mientras ilustraban el paso de los falleros sin aportar nada más que su mera presencia.
Charangas
Sabemos que hace falta una reflexión importante como hemos publicado en alguna ocasión en estas mismas páginas y poner en orden la música festera y la música fallera, un mínimo de presencia de músicos y evitar convertir en charangas espontáneas a las sociedades musicales.
Lo que no es de recibo es que no haya proporción entre las subvenciones procedentes del Ayuntamiento de Valencia para las comisiones falleras para contratar música de banda y las necesidades de una representación adecuada. No estamos en contra de las ayudas que este año han llegado a los cien mil euros, lo que criticamos es que el listón esté demasiado bajo para optar a ellas y así evitar que algunas agrupaciones musicales que acompañan a las falleras en la Plaça de la Mare de Déu hagan el ridículo tocando, miren ustedes por dónde, el Valencia de Padilla.